El entramado de beneficios otorgados por las empresas se desmorona abruptamente el último día de relación laboral y el primer día de la nueva etapa constituye una página en blanco. Un proceso de retiro bien elaborado y planificado contribuye al diseño de la etapa que se inicia. Para eso, hay algunos pasos clave que conviene seguir.
La red de beneficios y coberturas de protección proveniente de distintas fuentes con las que cuenta una persona durante su etapa activa es cada vez más relevante. Si además se trata de un
empleado en relación de dependencia, hay una organización casi omnipresente que hace que su vida y la de su familia sean no sólo más seguras sino también más placenteras. El empleado se ha
acostumbrado a contar con esa red que sólo se consigue a través de los atributos de la vida laboral activa.
Por este motivo, los empleados senior, que en general desean seguir en actividad, gozan de este paraguas protector sin pensar en el final de su carrera laboral. Sin embargo, de cara a la
etapa de retiro, es fundamental prepararse y planificar para poder transitar este momento de la mejor manera posible y poder tener como jubilado un estilo de vida similar al de la etapa
activa.
Para eso, presentamos aquí una serie de consejos a considerar:
1) En primer lugar, es importante reflexionar respecto a que la posibilidad de sostener en el futuro el nivel de vida de hoy depende de las inversiones actuales que podamos
realizar.
2) Procurarse un nivel de vida adecuado requiere no sólo conocer las alternativas posibles sino principalmente qué factores son determinantes. Es importante considerar que las necesidades
de la etapa activa se modifican en la etapa de retiro: pueden incrementarse los gastos en salud, como también las actividades recreativas y de entretenimiento para ocupar el tiempo libre, el
acceso a la financiación pueden convertirse en un factor crítico, mientras que los gastos en indumentaria y en educación de hijos que han dejado el nido, por ejemplo, disminuyen.
3) El empleado utiliza diversos mecanismos de ahorro que contribuyen con su futuro previsional o la cobertura para su familia en caso de fallecimiento o invalidez durante la etapa activa:
aportes jubilatorios obligatorios, aportes a planes de pensión, seguros de vida y retiro contratados por su empleador o por sí mismo, inversiones, etc. La mayoría de las veces el individuo no ha
sopesado las coberturas y ahorros en su poder con una mirada previsional y está sobre o sub asegurado. Por eso, es fundamental realizar un análisis integral de todos los vehículos en uso para
diagnosticar así la brecha con la prestación ideal y poder construir un plan en esa dirección.
4) En las empresas se están instalando cada vez más las prácticas de ayuda para prepararse para la jubilación:
Se trata de talleres grupales e individuales de adaptación personal y familiar a la etapa de retiro basados en los pilares básicos: salud, psicología y planificación financiera. La adaptación a la etapa de retiro es necesaria tanto para el empleado como para su familia.
diagnósticos previsionales, adquisición de años vía moratoria vigente, proyección de prestaciones, etc.
En síntesis, el proceso completo de diagnóstico y planificación contempla los siguientes pasos clave:
1) identificación de necesidades futuras
2) identificación de la brecha con la situación actual
3) situación frente a la seguridad social
4) ahorros y seguros voluntarios
5) evaluación de la modalidad de financiación
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